Santo Domingo el Real

Siguiendo con la búsqueda de rincones “especiales” de la ciudad de Toledo, esta vez nos encaminamos hacia el Monasterio de Santo Domingo el Real. El recorrido hacia su enclave, supone perderse por calles y callejuelas, dejando volar la imaginación y sintiendo el misterio que encierran las piedras, a cada paso que das, pasando por los Cobertizos y llegando a la plaza de Santo Domingo, a la que le da el nombre el Convento.

El Monasterio fue fundado en 1364, gracias a doña Inés García de Meneses, viuda del Alguacil Sanz de Velasco, quien cedió parte de sus casas y fue priora durante muchos años, hasta su muerte.

Con el paso de los años, durante el s. XIV y XV, fue mejorado y llegó a convertirse en el lugar favorito de recogimiento para infantas y damas de la corte real, por lo “saneado y espacioso” de la casa, según se recoge en varios documentos. En el Convento se hallan enterrados: doña Teresa de Ayala, su hija María de Castilla y los infantes don Sancho y don Diego de Castilla y, tal vez por esto, se le denominó el “real”. Algunos historiadores opinan que se debe a la Real Orden de Predicadores; otros le atribuyen el nombre a que allí habitó y murió la infanta doña Leonor, esposa del rey de Portugal, don Duarte; y otros afirman que le viene por haber sido reposo espiritual de la reina doña María de Lancaster, esposa de Enrique III y madre de Juan II.

No debemos olvidar mencionar a Santa Beatriz de Silva, fundadora de la Orden de las Concepcionistas, que durante 34 años (segunda mitad del s. XV) convivió con las monjas dominicas en este convento.

El convento e iglesia forman un conjunto histórico artístico de gran belleza. El exterior de la iglesia consta de un pórtico renacentista, del s. XVI, sobre cuatro columnas de piedra de estilo dórico toscano. La portada tiene 3 puertas adinteladas, las dos laterales de menor tamaño que la central. Sobre el dintel hay un friso en el que podemos leer “VERE D[omi]N[u]S EST IN LOCO ISTO” (En verdad Dios está en este lugar). Sobre la cornisa, en la zona central,  un escudo de la Corona de Castilla; sobre el escudo dos palabras: DOMUS DEI (Casa de Dios).

 

 

Del templo debemos destacar la bóveda que cubre la nave central y el magnífico retablo de estilo barroco, considerado como obra magistral de la escultura plateresca toledana.

Durante el s. XIX, debido a la guerra de la independencia y las desamortizaciones, el convento cae en decadencia, al igual que muchos otros edificios de la ciudad. En 1934 fue declarado Bien de Interés Cultural.

Antes de abandonar esta plaza, no tenemos más remedio que recordar la figura cumbre del Romanticismo español: Gustavo Adolfo Bécquer que, enamorado de nuestra ciudad, vino a visitarla en varias ocasiones. En esta plaza, el poeta es recordado por sus admiradores.

Siguiendo con la búsqueda de rincones “especiales” de la ciudad de Toledo, esta vez nos encaminamos hacia el Monasterio de Santo Domingo el Real. El recorrido hacia su enclave, supone perderse por calles y callejuelas, dejando volar la imaginación y sintiendo el misterio que encierran las piedras, a cada paso que das, pasando por los Cobertizos y llegando a la plaza de Santo Domingo, a la que le da el nombre el Convento.

El Monasterio fue fundado en 1364, gracias a doña Inés García de Meneses, viuda del Alguacil Sanz de Velasco, quien cedió parte de sus casas y fue priora durante muchos años, hasta su muerte.