Toledo tiene algo, que es difícil de explicar, pero te atrapa. Una cierta aura de misterio y magia. Quizás sean sus siglos de historia y los muchos pueblos que han pasado y dejado huellas en sus calles. No lo sabemos, pero está allí y no deja indiferente a nadie. Puede que por eso la ciudad ha servido de inspiración a muchos escritores, poetas y dramaturgos que han convertido a la Ciudad Imperial en su musa, que inspira y al mismo tiempo es protagonista y testigo de las aventuras de sus personajes. La lista de escritores que usaron sus plumas para inmortalizar Toledo en sus obras es interminable, pero aquí te presentamos una pequeña antología.
Placa em homenaje a Cervantes.
Comenzar con Miguel de Cervantes no es ninguna sorpresa, pero era imposible no rendir tributo al hombre que inmortalizó Castilla en su célebre obra, El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha. Quien no ha oído hablar de los gigantes de Castilla (molinos), o de Dulcinea del Toboso, pero son muchas más las referencias a Toledo y los municipios toledanos que se cuelan en las aventuras de Don Quijote. Pero las palabras más bonitas que Cervantes dedicó a Toledo están en su última obra, Los trabajos de Persiles y Sigismunda.
¡Oh peñascosa pesadumbre, gloria de España y luz de sus ciudades, en cuyo seno han estado guardadas, por infinitos siglos, las reliquias de los valientes godos para volver a resucitar su muerta gloria y ser claro espejo y depósito de católicas ceremonias! ¡Salve, oh ciudad santa!
Toledo no merece el abandono en que ahora yace, porque es un conjunto maravilloso de situación, de aspecto y de luces; porque tiene veinte iglesias más ricas y mejor talladas que ninguna de las de Francia; porque reúne recuerdos para ocupar diez años a un historiador, y a un cronista durante toda su vida; y eso sin contar aquella majestad de los pueblos muertos o moribundos, en que se envuelve con la dignidad de una reina.
Solo años después volví a sentir desde otra ciudad ese llamado inexplicable (se refiere a un viaje que hizo con sus amigos, en la juventud, desde Santiago a Valparaíso). Fue durante mis años en Madrid. De pronto, en una cervecería, saliendo de un teatro en la madrugada, o simplemente andando por las calles, oía la voz de Toledo que me llamaba, la muda voz de sus fantasmas, de su silencio. Y a esas altas horas, junto con amigos tan locos como los de mi juventud, nos largábamos hacia la antigua ciudadela calcinada y torcida. A dormir vestidos sobre las arenas del Tajo, bajo los puentes de piedra.
“Regocijada estaba la emperatriz de Europa -Roma segunda y corazón de Europa-, de que en competencia del cielo cuya claridad participada hacia las veces de sol, pero como virreinas suyas substituyen en ausencia.”
Son muchos otros los autores que escriben o mencionan a Toledo, como el “amigo” de Cervantes, Francisco de Quevedo, Benito Pérez Galdós, San Ildefonso o Santa Teresa. También cabría destacar alguna historia o relato que transcurre en Toledo, como el cuento tenebroso, de Edgar Allan Poe: El pozo y el péndulo. Que relata la historia de un prisionero de la temible inquisición española. O el clásico de la literatura española, La vida del lazarillo de Tormes. El lazarillo llega a Toledo creyendo que por fin está bajo el cuidado de un noble con el que no va a pasar hambre más, pero resulta que no puede estar más equivocado.
Seguro que nos hemos dejado algún autor, o alguna obra importante en este artículo, por ello pedimos perdón. Aunque es imposible nombrar a todos, porque la lista es casi interminable, pero esperamos haber incluido los más importantes.