Viaje a Toletum, el Toledo romano

Toledo es hoy una ciudad que resume historia y cultura. No en vano, es conocida como “la ciudad de las tres culturas”, debido a la convivencia durante siglos de musulmanes, cristianos y judíos. El resultado es su enorme legado monumental, uno de los más importantes de España y que, prácticamente, convierte al casco antiguo de la ciudad en un museo al aire libre. Pero si existe una civilización que marcó un antes y un después en la historia de Toledo esa es la romana. Su paso por la capital de Castilla-La Mancha marcó un antes y un después en la historia de la ciudad y dejó un rico patrimonio monumental, que aún hoy puede verse y que constituye uno de los principales atractivos para quienes se deciden a hacer turismo en la ciudad. Nos adentramos en el Toledo romano para recorrer los monumentos más significativos.

Rutas históricas por el Toledo romano

Los romanos conquistaron Toledo en el año 192 a.C e inmediatamente fue incorporada a la provincia cartaginense con el nombre de Toletum. Su llegada supuso la reconstrucción y urbanización de la ciudad: la amurallaron y la dotaron de edificios, de monumentos e infraestructuras básicas, como acueductos y sistemas de cloacas, incluso de un enorme circo. El puente de Alcántara fue una de las primeras obras que los romanos llevaron a cabo y que hoy constituye una de las obras de ingeniería más importantes de las que se realizaron en la Hispania romana. Tenía como finalidad conectar la ciudad, salvando el Tajo, con la parte sureste, a la vez que hacía las veces de puerta de entrada.

Posteriormente, sufriría varias destrucciones consecuencia de factores climáticos y bélicos. Serían los árabes, en el 997, los que decidieron reconstruirlo y atribuirle el actual nombre. Impresiona su altura y sus enormes arcos centrales. Está jalonado por una gran puerta almenada con un arco de medio punto en el que se incluye otro de herradura. Hoy merece la pena su visita no solo por su belleza, sino porque constituye uno de los miradores más bellos de la ciudad.

Los restos arqueológicos de las termas romanas de Amador de los Ríos es otra muestra más del legado romano en la ciudad, pero también símbolo de la bonanza y prosperidad que vivió la ciudad durante su ocupación. Se construyeron para caldear las salas de un edificio propagandístico del Imperio, en el que se tomaban las decisiones jurídicas y acuerdos comerciales, y que vienen a demostrar el dominio de la ingeniería y arquitectura romanas.

El Toledo romano esconde otros lugares que, a priori, pasan desapercibidos, pero que tienen una magia especial y que rebosan historia, como es el caso de las Bóvedas del Nuncio. Si las visitas, te sorprenderán por su ubicación porque se encuentran en un patio de vecinos, dentro de un portal de una pensión de la ciudad de tradición claramente islámica. Es un sistema de pasillos abovedados y muros que durante la época se utilizaron como almacén de la catedral de Toledo y como sistema de abastecimiento de agua de los sótanos de la Delegación de Hacienda. En esta misma delegación, en la calle Alfonso X, se han encontrado restos arqueológicos popularmente conocidos como los sótanos de hacienda.  Es un sistema de galerías que formaba parte del sistema de abastecimiento hídrico al complejo termal que se encuentra en la plaza Amador de los Ríos.

En la Vega Vieja se encuentran los restos arqueológicos del circo romano, lugar en el que los romanos tenían por costumbre celebrar las populares carreras de cuádrigas. Tras la dominación romana fue utilizado para enterramientos islámicos, por lo que si lo visitas podrás encontrar numerosas tumbas a lo largo del recorrido.